lunes, 18 de agosto de 2014

Las olas se agitaban bruscamente en el enrarecido en el mar. Mis piernas se balanceaban en el aire, yo sentada en lo alto del acantilado, sin pensar en un pequeño movimiento en falso me precipitaria a una muerte mas que profunda. El viento rugia  y me azotaba el cabello castaño enmarañado, pero si cerrabas los ojos no te fijabas en los detalles como el que la roca arañabala parte inferior de mi muslo o que el olor de lluvia inminente era cada vez mas potente. El problema es que a veces hace falta abrirlos. Y no se si abrirlos sera bueno o malo, tal ves me empiece a quejar de mis arañazos, me levante y me marche, tal ves vea las olas tan altas que me mojen las plantas de los pies y tenga frio, siempre me pongo en el peor de los casos, esta vez ha sido la excepcion.
Abro los ojos. Unas nubes negras como el azabache se verguean de mi, dispuestas a empaparme "Que me mojen" pienso. No hay ninguna sensación mejor que esta, ninguna. Es la sensación de libertad. tal vez alguien lo viera como soledad , una chica sin lugar a donde ir bajo la lluvia torrencial y sin nadie que le tienda su abrigo para cubrir sus brazos desnudos. Esa seria  la peor sensacion que se podria sentir en ese lugar. Pero yo me sentia libre, libre como para bailar debajo de la lluvia aunque fuera un baile de dos y solo hubiera uno, libre como para gritar de puro alborozo solo por sentirme como me siento
La lluvia empieza a requitear sobre mi cabeza. Me gusta su sonido. Me siento en una escena de la tipica novela de amor, solo que si el chico enamorado que me encuentra empapada y me tiende un paraguas en el que nos besamos bajo el y me lleva a su casa para besarnos aun mas. Tengo las dos opciones, la de salir de ahi o ganarme un costipado, mientras las olas se rompen, al igual que mis lagrimas de alegria.

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